Durante el reinado Visigodo en la Península Ibérica, había un general llamado Teudiselo, el cual, fue designado como nuevo rey de los godos en el año 548.

Teudiselo era un hombre forjado en las artes de la guerra, joven y valiente, y que tenía experiencia en las batallas con los Francos y estaba acostumbrado  a pelear y conseguir aquello que se le antojaba.

El haber sido nombrado como rey, no cambió su forma de ser sino todo lo contrario la volvió más rebelde, viéndose dueño de todo el poder, este en vez de usarlo para mejorar el estado de la nación después de tantas guerras, lo usó para arruinar a sus súbditos con subidas de impuestos, las cuales utilizaba para pagar sus fiestas y placeres.

Además se valía de ardides para mandar a los nobles a prisión a muerte o a misiones militares lejanas para él luego poder estar a solas en Sevilla con sus familias y concretamente tener a su merced a las esposas de estos.

Todo este comportamiento de Teudiselo, no gustó a los nobles, de hecho llego a tal nivel el descontento de los aristócratas godos  y a tal cantidad de nobles ofendidos por los desmanes reales, que los nobles urdieron una venganza contra el rey y se unieron para conspirar en contra de él.

Transcurría el año 549 cuando los nobles se vengaron en los salones de su palacio en Sevilla, (unos autores dicen que el Alcázar otros que el de Trinidad), se dispuso un banquete a la luz de las velas con abundante vino y viandas, Teudiselo como de costumbre bebió en exceso, ajeno a toda conspiración, en un momento hacía la mitad de la cena y la señal que habían acordado, los invitados soplaron todas las velas, dejando  el salón a oscuras, los nobles más cercanos al rey aprovecharon para agarrarlo, mientras que de uno en uno iban pasando clavándole un puñal en el pecho del rey.

De esta manera los nobles vengaron su afrenta y como todo había sucedido en la oscuridad, no había testigos que pudiesen culpar a alguien de haber asesinado al rey, es por ello que ningún noble quedaba fuera para ser nombrado rey.